Aprovecharon el desnivel del terreno para la construcción de la infraestructura necesaria, normalmente consistía en un pozo redondo de unos 2 m y medio de ancho y 3 o cuatro de alto. De esta forma, casi medio pozo quedaba sujeto contra la propia tierra, la parte inferior era por donde se alimentaba el fuego que iba a convertir la caliza en cal viva.
Luego con el agua se transformaba, se apagaba decían los antiguos, pues la cal viva era muy peligrosa porque quemaba lo que entraba en contacto con ella. Todo está bastante removido y la parte inferior no se aprecia en su totalidad. Por encina nos encontramos con el filón, una gran oquedad que les servía de cantera.